Hoy ha sido un día de reflexión absoluta, uno de esos días en los que tú yo interior te pide a gritos una larga, calmada y armoniosa conversación sobre aspectos de ti mismo, todo esto aderezado con la excentricidad que solo mi mente puede llegar a crear. Señoras y señores, pónganse cómodos y disfruten del espectáculo.
Todo comienza con una idea abstracta en mi mente: Desearía ser un peregrino, pero... ¿Qué es para mí un peregrino?
La definición que más se acerca a mi pensamiento es "Deambular de un lado a otro con el fin de buscar alguna cosa o resolver algún asunto" pero no es del todo exacta ya que quizás sea por mi pensamiento romántico al respecto, o quizás porque siempre he sentido admiración por aquellas personas que salían solos sobretodo en épocas pasadas, lejos de considerarse unos indigentes, con la única compañía de un perro fiel, un bastón de peregrino y una bolsa con los bienes más necesarios para sobrevivir, se funden con la naturaleza y se plantean esas dudas que pocas personas les habrá dado respuesta para el día de su muerte.
Lectores de este blog, yo deseo ser un peregrino. Desearía caminar junto a la compañía de mi fiel perra por todo el mundo, sin tener la venda del materialismo y de los deseos más egoístas del ser humano, una vida basada en la espiritualidad que solo podemos lograr en la madre naturaleza: El lugar más bello que nuestros ojos verán jamás, los aromas más increíbles que nuestro olfato pueda degustar, tocar aquello que ha estado ahí desde hace millones de años, imperecedero, la belleza en su manera más natural, oír el canto de los pájaros desde que empieza el día hasta que el canto cesa para dejar paso a la sinfonía nocturna de los grillos y degustar el sabor de las frutas recién cogidas de los árboles.
Sé que en pleno siglo XXI es un sueño casi imposible de cumplir ya que el mundo nos ha prohibido a los seres humanos ser seres libres a cambio de ilusiones de felicidad material, pero en el fondo de mi corazón nadie podrá arrebatarme mi condición de hombre libre, mi mente seguirá viajando eternamente cual peregrino buscando una respuesta a esas preguntas que jamás han tenido una respuesta y mirando cada noche el cielo estrellado sabiendo que en alguna parte, alguien también lo observará y sabrá que nadie puede robarnos eso que nadie puede ver ni tocar, pero que para nosotros tiene un valor mayor que todo lo que nos rodea.
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